FEBRERO 2024

jueves, 18 de agosto de 2011

ESTOY ... "QUEMADO"



Por Oscar H. Canorio. Auditor General del Grupo Camuzzi.
Propietario del grupo LinkedIn “Oportunidades Laborales en Argentina” (con más de 37.000 miembros).

Estar quemado (“Burn out”, en inglés). Esta expresión siempre ha estado relacionada de una manera u otra el mundo laboral. El estrés por exceso de volumen de trabajo y la sensación de ingratitud ante un esfuerzo continuado no recompensado o materializado pueden motivar situaciones de desmotivación y/o frustración en el puesto de trabajo. Actualmente, en tiempos de crisis, esta sensación de apatía está en aumento. Este estado anímico tan familiar y reconocido por todos puede derivar en algo mucho más serio, una patología psiquiátrica.

En general, el “estar quemado”, se manifiesta cuando un profesional que comienza con energías e ilusión a desempeñar su trabajo ve cómo, progresivamente, la sobrecarga y la no consecución de sus objetivos o aspiraciones le llevan a bajar el ritmo para, posteriormente, creer que lo que hace no tiene sentido porque nunca llegará a cumplir los objetivos. El trabajo nunca acaba y las horas que se le dedica tampoco. Aquí es donde aparece la frustración, eje central de la patología.

El “Burn out”, está caracterizado por agotamiento emocional despersonalización y reducida realización personal.

• El agotamiento emocional y físico se caracteriza por una ausencia o falta de energía, entusiasmo y un sentimiento de escasez de recursos. A estos sentimientos pueden sumarse los de frustración y tensión en los trabajadores que se dan cuenta que ya no tienen condiciones de gastar más energía.

• La despersonalización o deshumanización se caracteriza por tratar a los Clientes, compañeros y la organización como objetos. Los trabajadores pueden demostrar insensibilidad emocional, un estado psíquico en que prevalece el cinismo o la disimulación afectiva, la crítica exacerbada de todo su ambiente y de todos los demás.

• La disminución de la realización personal en el trabajo que se caracteriza como una tendencia del trabajador a autoevaluarse de forma negativa. Las personas se sienten infelices consigo mismas, insatisfechas con su desarrollo profesional, experimentan una declinación en el sentimiento de competencia y de éxito en su trabajo y en su capacidad de interactuar con las personas.

Todo individuo con “Burn out”, pasa por cuatro fases:

1. Etapa de idealismo y entusiasmo. El individuo posee un alto nivel de energía para el trabajo, expectativas poco realistas sobre él y aún no sabe lo que puede alcanzar con éste. La persona se involucra demasiado y existe una sobrecarga de trabajo voluntario. Al comienzo de su carrera, existen bastante motivaciones intrínsecas. Hay una hipervalorización de su capacidad profesional que le lleva a no reconocer los límites internos y externos, algo que puede repercutir en sus tareas profesionales. El incumplimiento de expectativas le provoca, en esta etapa, un sentimiento de desilusión que hace que el trabajador pase a la siguiente etapa.

2. Etapa de estancamiento. Supone una disminución de las actividades desarrolladas cuando el individuo constata la irrealidad de sus expectativas, ocurriendo la pérdida del idealismo y del entusiasmo. El individuo empieza a reconocer que su vida necesita algunos cambios, que incluyen necesariamente el ámbito profesional.

3. Etapa de apatía. Es la fase central. La frustración de las expectativas lleva al individuo a la paralización de sus actividades, desarrollando apatía y falta de interés. Empiezan a surgir los problemas emocionales, conductuales y físicos.

Una de las respuestas comunes en esta fase, es la tentativa de retirada de la situación frustrante. Se evita el contacto con los compañeros, hay faltas al trabajo y, en muchas ocasiones, se da el abandono de éste y, en los casos más extremos, de la profesión. Estos comportamientos empiezan a volverse constantes abriendo el camino para la última etapa.

4. Etapa de distanciamiento. La persona está crónicamente frustrada en su trabajo, ocasionando sentimientos de vacío total que pueden manifestarse en la forma de distanciamiento emocional y de desvalorización profesional.

En el lugar del entusiasmo e idealismo profesional, la persona pasa a evitar desafíos y clientes de forma bastante frecuente y trata, sobretodo, de no arriesgar la seguridad del puesto de trabajo, pues cree que a pesar de inadecuado, posee compensaciones (el sueldo, por ejemplo) que justifican la pérdida de satisfacción.

Las consecuencias: apatía, malestar físico, ansiedad, cansancio físico y emocional, pérdida del humor y de las ganas en general.

En la actualidad, además, la “crisis” no ha hecho más que acentuar el estrés. Los trabajadores no sólo ven cómo sus puestos peligran sino que, ante los despidos, existe, en muchos casos, la misma cantidad de trabajo para repartir entre menos personas. Además los bajos sueldos, los escasos incentivos profesionales o la pérdida de prestigio social son también factores que propician la aparición del Burn Out.

¿Cómo evitar llegar al extremo de perder el trabajo y ser víctima de serios problemas físicos y psicológicos por el estrés?

La prevención es el factor clave. El trabajador ha de saber soportar la presión laboral manteniendo la calma y evitando perder las riendas de la situación. La realización de técnicas relajantes tipo yoga o practicar ejercicio puede ayudar a fortalecer psicológicamente al trabajador.

Tan importante es no perder los nervios cómo saber recuperarlos a tiempo en el peor de los casos. Tomarse un tiempo de reflexión, el famoso contar hasta 10, antes de retomar la acción, es fundamental. Los problemas se tienen que desmenuzar y simplificarlos para hacerlos más manejables.

Intentar separar la vida laboral de la personal es un reto que, en este caso, ha de convertirse en una realidad. Una correcta gestión de tiempos, horarios y plazos, dormir las horas suficientes, así como saber delegar o pedir ayuda pueden salvarte del “Burn Out”.

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