FEBRERO 2024

domingo, 15 de agosto de 2010

¿QUE ES EL CAPITAL HUMANO? por Idalverto Chiavenatto



Idaverto Chiavenatto, brasileño, es Presidente del Instituto Chiavenato y consejero del CRA/SP, es reconocido por la excelencia de sus trabajos en Administración y en Recursos Humanos, no solo por su producción y contribución literaria, pero principalmente por su influencia en la definición y aplicación de modernos e innovadores conceptos administrativos aplicados a las organizaciones bien administradas.

Es graduado en Filosofía / Pedagogía, con especialización en Psicología Educacional por la USP, en Derecho por la Universidad Mackenzie y postgraduado en Administración de Empresas por la EAESP-FGV. Es maestro (MBA) y doctor (PHD) en Administración por la City University of Los Angeles, CA, EUA. Tiene mas de 30 libros publicados

EL ESPÍRITU PIONERO




Por Guillermo Ceballos Serra

Por razones puramente personales visité recientemente la ciudad de Grayling en el estado de Michigan, Estados Unidos. Una pequeña y hermosa ciudad del interior del estado. Estuve por primera vez el año pasado en el invierno del hemisferio norte y ahora tuve oportunidad de ver un paisaje totalmente diferente en el verano, con bosques verdes que contrastan dramáticamente con la blancura de las nieves y las temperaturas gélidas del invierno.

Como tantas ciudades pequeñas del interior de cualquier país, podemos encontrar la bondad natural de las personas y las mejores virtudes, propias del estado de naturaleza, donde el ser humano saca lo mejor de sí para desarrollarse y generar prosperidad para la persona, la familia y la comunidad.

Durante mi estancia, tuve oportunidad de acompañar a mi anfitrión a comprar una garrafa de gas propano. Conocí allí a un señor de unos 75 años que dirigía a algunas personas y personalmente cargaba garrafas a una camioneta de reparto y con quien pude disfrutar de una conversación de algunos cuantos minutos.

Supe que se trataba del Sr. Charlie Fick, propietario de la compañía Fick & Sons, (http://www.fickandsons.com/index.htm) una pequeña compañía en términos globales pero significativa para la economía del lugar, iniciada en 1958 a puro pulmón y que cuenta con aproximadamente 200 empleados de la zona, que opera en el mercado del gas propano, fuel oil, transporte de combustible, mantenimiento mecánico, estaciones de servicio y un centro de atención a los viajeros.

Hay muchas historias de éxito semejantes en muchos lugares, incluso las más grandes corporaciones (Wal Mart, por citar un ejemplo) se iniciaron de manera similar en pequeñas comunidades. Más la similitud no está en la pequeñez de las locaciones que las vieron nacer, sino en la grandeza de los pioneros que acometieron la tarea de concretar sus sueños.

Es el espíritu pionero que percibimos claramente cuando miramos en pequeña escala, la mística de los fundadores que propone sueños y el compromiso de quienes se comprometen con un líder que da sentido a la tarea.

No hablo de liderazgos excepcionales, de personas destinadas al bronce, hablo de personas sencillas que realizan cosas extraordinarias. Personas con pasión y amor por lo que hacen, personas que cuentan en su haber, con algo que ahora llamamos “engagement”. Personas que hacen lo que deben, bien a la primera vez y lo intentan nuevamente si se equivocan sin distribuir culpas con el prójimo.
Hablamos de personas que “inventan” las oportunidades, de personas naturalmente inconformistas pero positivas. Son personas insatisfechas con el “status quo” convencidas de que la realidad puede ser mejor.

Sin duda podría comentar también las virtudes que percibí en esta ciudad, su compromiso con la comunidad, con la ecología, la solidaridad y tantas otras y así también valdría la pena el análisis comparativo con las grandes ciudades donde habitamos, pero sin duda sería exceder estas reflexiones que quiero centrar en las organizaciones.

Muchas veces, estas virtudes o potencialidades que observamos en pequeño, las perdemos de vista cuando analizamos las grandes organizaciones.
En efecto, los organigramas, las categorías convencionales para el personal sindicalizado, las descripciones de puestos de los administradores, los manuales de funciones y responsabilidades, segmentan, fraccionan, hasta el infinito algunos conceptos básicos hasta el punto de desvirtuarlos, transformando a los “ejecutivos” de todo nivel en simples burócratas. Seguidores a ultranza de manuales, de aquellos preceptos tales como “siempre se hizo así”, “nadie me informó”, “no está entre mis funciones” y tantos otros que conocemos de la vida de las organizaciones.

¿En que consiste el espíritu pionero? Pues simplemente en focalizarse en el propósito esencial de resolver los problemas aún no resueltos de una manera innovadora y perseverar en el intento. Eso es lo que ha hecho grande a las organizaciones y a las naciones. Ese es el secreto de las organizaciones que perduran, al decir de Collins y Porras (1). Ese es el secreto de las naciones que se sienten protagonistas y no espectadoras en el concierto mundial.

Así de simple, el espíritu pionero consiste en tener el convencimiento de que el futuro puede construirse a partir de hoy. Consiste en contar con la certeza de que somos capaces de salir del piloto automático de nuestras vidas, personales y profesionales y decidirnos a hacernos cargo de nuestro destino.


(1) Built to Last: Successful Habits of Visionary Companies. James C. Collins y Jerry I. Porras

REFLEXIONES SOBRE EL VALOR DE LA CONFIANZA




Por Adolfo López Rouger – Presidente de McCain Argentina - CEO de McCain Foods South America

A los que nos toca liderar empresas, que no es otra cosa que liderar grupos de personas, muchas veces nos tenemos que sentar en una mesa de negociación con líderes sindicales.

Al momento de describir qué hace cada uno en esa mesa, me pregunto si yo podría describir a esos líderes sindicales como lo hizo Enrique Shaw un día que invitó al sindicato a su casa; reunió a sus hijos y les dijo: “Estos señores tienen que agruparse en la fábrica porque a veces nosotros los jefes cometemos injusticias y ellos nos las hacen saber para llegar a un acuerdo”

También me pregunto si ellos ven en mí a una persona que busca lo mejor para cada parte integrante de la empresa. Si creen que sirvo a todos los dirigidos con justicia y esforzadamente, buscando el equilibrio entra los actores de la empresa; un equilibrio que se mantenga en el tiempo y que deje satisfechos a los accionistas, a los empleados, a los clientes y a los proveedores.

Si bien la popularidad no es el principal indicador de cómo es la gestión de los empresarios o de los líderes sindicales, deberíamos preguntarnos por qué la confianza de la gente en las grandes empresas y en los sindicatos es tan baja.
¿Habremos hecho algo mal?

La muy baja confianza de la gente en los Partidos Políticos, en la Policía y en el Poder Judicial no debería ser un aliciente sino un catalizador para tratar de ser mejores. No debemos buscar el aplauso, pero tampoco desconocer que no “somos de confiar”.

Hace unos años leí “The Servant” de James Hunter sobre el liderazgo de servicio. La versión en español fue titulada “La Paradoja”. Libro corto, de fácil lectura con un gran mensaje para todos los que nos toca liderar. Me he sentido tan a gusto con el mensaje que no he dejado de regalar este libro y de sugerir su lectura. Este liderazgo de servicio, con qué facilidad puede ser rechazado o calificado de poco realista, tonto y naif.

Si al momento de negociar, las partes usan la mentira como herramienta habitual de negociación, ¿puedo yo pensar en servir? Si los negociadores ven en el otro a alguien que no busca el bien de sus liderados sino el bien personal, -un mejor bonus, una carrera político/sindical-; ¿entonces cómo debemos negociar?
Podríamos empezar a eliminar los preconceptos que tenemos, buscar formas de entenderse y negociar que no sean confrontativas, que puedan mejorar la transparencia sin por eso debilitar a cada actor.
La desconfianza que nos tenemos es lo que nos lleva a actuar
como actuamos. Valga un ejemplo: he visto que muchos de mis colegas han rechazado la idea (iniciativa o proyecto de ley) de que las empresas sean obligadas a distribuir parte de sus ganancias con sus empleados. ¿Qué tiene esto de malo? Es lo más parecido a un bonus vinculado a los resultados reales de la empresa. Gano: comparto; gano mucho: comparto mucho; gano poco: comparto poco; no gano: no comparto.

Pero claro, es lógico que lo rechacemos porque no confiamos en que sea la ley la que mejor interprete las necesidades de nuestra gente y de nuestra empresa.
Si estuviéramos tan alineados entre accionistas y funcionarios, este proceso de compartir resultados económicos, sería sumamente fácil.
Pero no confiamos y al no confiar cerramos todas las alternativas en las que nos puedan sacar ventaja o quitarnos parte de la capacidad de decisión.

La falta de confianza tiene fundamentos en la historia, en cosas que pasaron, reglas de juego cambiantes, juicios laborales injustos con fallos también injustos, etc.
También escuchamos: “Los empresarios son ambiciosos, no se conforman con una rentabilidad lógica, siempre quieren más”. Eso no es malo, eso es bueno, eso es el motor que impulsa a muchos empresarios a invertir, a arriesgar, a crear fuentes de trabajo. Pero es bueno si hay justicia.

El equilibrio, ¿donde está; cómo se llega?

No lo sé; solo sugiero que para caminar hacia el equilibrio, hacia la sensatez, hacia el bien común debemos como mínimo desterrar la mentira como herramienta habitual en el diálogo entre sindicato y empresa. Una persona veraz, una persona que no miente, es una persona que irá ganándose el respeto de los actores y de sus liderados. Esto hará transparentar los procesos de negociación, ayudará que las partes se entiendan mejor.

¿Qué padre le enseña al hijo a mentir? ¿Qué cultura no valorará la veracidad?
¿Porqué no dar un paso en esa dirección? ¿Tenemos miedo?
Es más fatigoso negociar sin mentiras, pero seguro que bien vale la pena intentarlo

CUIDADO CONCIENTE DE LA SALUD




Por Miguel Stariha, Presidente de William Hope - Senior Medical Adviser for Southern Cone - LA - Unilever

Los sistemas de salud actuales en nuestro país están centrados en el paciente-beneficiario, brindándole un esquema de prestadores en salud a elección de este, de acuerdo a las características del plan que elija, lugar de vivienda, etc. Sin embargo, en la época actual esta propuesta se hace cada vez más inviable debido a los altos costos de las prestaciones, su complejidad administrativa que deriva en ineficiencias e ineficacias con detrimento de la calidad de la atención de la persona y en consecuencia su salud.

En todo el mundo está avanzando la tendencia de que cada persona sepa que él es el dueño de su propia salud o de su enfermedad, básicamente porque es quien puede disfrutar de una vida sana y plena manteniendo un adecuado estilo de vida o es quien debe hacerse cargo de su cuerpo enfermo. Además cada persona es quien elige cuando, porqué y donde concurrir a la consulta para resolver sus problemas de salud.

El primer diagnóstico siempre lo hace el paciente, ya que es quien siente los síntomas y decide si concurre o no a un servicio de atención. Entonces… ¿Será necesario hacer un curso de medicina para tener el bienestar en nuestras manos? De ninguna manera.

No hay que conocer todos los riesgos, todas las enfermedades ni todos los medicamentos (es más, eso puede hasta ser peligroso), hay que prestar especial atención a los propios síntomas físicos (dolores, erupciones, accidentes), psíquicos (depresión, temor, enojo, ira, etc.) y relacionar las conductas cotidianas con estos signos de alerta.

Cuando la dolencia es repentina, es muy posible que se requiera una atención de urgencia o emergencia –según la gravedad del caso-, este servicio hará todo lo posible para resolver el problema, pero el profesional está de guardia y por lo tanto suele tener poco tiempo para responder muchas preguntas. Pero una vez que se soluciona lo urgente hay que indagar en las verdaderas razones del malestar, de la enfermedad o del accidente.

Muchas veces los pacientes concurren al consultorio más cercano a su domicilio, sólo para justificar la inasistencia al trabajo, es decir, para cumplir con un trámite administrativo. Suelen presentarse sin turno, disponen de poco tiempo, piden al profesional un certificado médico y suelen solicitar que se les transcriba la medicación ya indicada. Ante esta actitud, muchos médicos también despachan al paciente sin revisarlo y sin formular preguntas; a lo sumo indican algunos estudios complementarios. En estas circunstancias no se produce una verdadera comunicación entre el paciente y el médico y como es lógico, no se da una verdadera consulta, sino que sólo efectúa una diligencia más.

Es muy importante tener un médico de cabecera, mantener con él un vínculo sincero, donde el paciente tenga el derecho a indagar sobre su salud y pueda realizar todas las preguntas que crea conveniente. De este modo, el consultorio será un excelente espacio de aprendizaje y no sólo el lugar de paso donde ya que estamos se recetan medicamentos, se prescriben estudios y se despachan fórmulas impersonales.

Para mantener la salud es necesario saber cómo funciona nuestro cuerpo, el porqué de los síntomas que aparecen y en qué situaciones se deben esmerar los cuidados. Si bien el cuerpo tiene un comportamiento más o menos similar en todos los seres humanos, cada persona es muy diferente a otra y, por lo tanto, cada enfermo es único.
La atención personalizada, que todavía es posible, entonces se vislumbra como la alternativa mas adecuada para restablecer la salud de las personas.

PIONEER SPIRIT

by Guillermo Ceballos Serra

For purely personal reasons, I recently visited the city of Grayling in the state of Michigan, USA. A small and beautiful city of the state. My first visit was last year during the northern hemisphere winter and now had the opportunity to see a totally different landscape in the summer, with green forests that contrast sharply with the whiteness of snow and freezing temperatures of winter.

Like many small towns in the interior of any country, we can find the natural goodness of people and the best virtues which characterize the state of nature, where human beings bring out the best to develop themselves and create prosperity for the individual, family and community.
During my stay, I was able to accompany my host to buy a cylinder of propane gas. There I met a gentleman of about 75 who monitored to some people and personally uploaded cylinders to a pickup truck and enjoy a conversation with him some few minutes.

I knew it was Mr. Charlie Ficks, company owner Ficks & Sons, a small company in global terms but significant for the local economy (http://www.fickandsons.com/index.htm). Fick & Sons, initiated in 1958 to pure lung, has approximately 200 employees in the area. The company operates in the market for propane gas, fuel oil, fuel transport, maintenance mechanic, service stations and a center for travelers.

There are many similar success stories in many places, even the largest corporations (Wal Mart, for instance) began similarly in small communities. The similarity is not the smallness of the locations that were born, but in the greatness of the pioneers who undertook the task to realize their dreams.

It is the pioneering spirit that we perceive clearly when we look at small scale, the mystique of the founders proposed dreams and commitment of those who engage with a leader who gives meaning to the task.

I speak not of exceptional leadership, of people for the bronze, I speak of ordinary people doing extraordinary things. People with passion and love for what they do, people have to his credit, with some now call "engagement". People who do what they must right the first time and try again if they are wrong, without blaming others.

We talked about people who "invented" the opportunities, people naturally nonconformist but positive. They are people dissatisfied with the "status quo" convinced that reality can be better.

I could certainly discuss the virtues I saw in this city, commitment to community, ecology, solidarity and many others and so worth the comparative analysis with the big cities where we live, but certainly would exceed these reflections that I want to focus on organizations.
Many times, these virtues or capabilities that we see in small, we lose sight of when we look at large organizations. Indeed, organizational charts, the conventional categories for unionized workers, job descriptions of managers, manuals of functions and responsibilities, segment, divide, endlessly some basic concepts to the point of distorting and transforming the "executives" of every single level in ordinary bureaucrats. Extreme manual followers of those precepts such as: "always was done in this way", "nobody told me, "not in my role" and many others, who know of the life of organizations.

What constitutes the pioneer spirit? Simply focus on the essential purpose of solving unsolved problems in an innovative way and persevere in the attempt. That is what has made great organizations and nations. That is the secret of the organizations that remain, in the words of Collins and Porras (1). That is the secret of the nations who feel players and not spectators on the world.

Basically, the pioneering spirit is to have the conviction that the future can build starting today. To have the certainty that we are able to get out of autopilot of our lives, personal and professional and resolve to take charge of our destiny.



(1) Built to Last: Successful Habits of Visionary Companies. James C. Collins and Jerry I. Porras.